"Cualquiera que tenga forma puede ser definido, y cualquiera que pueda ser definido puede ser vencido" Sun Tzu.

martes, 3 de septiembre de 2013

Patricio el desgraciado.



-Disculpe Señora Olivia, el caballero de aquella mesa le invita a esta copa de vino blanco.

-¿Qué caballe…? No, lléveselo, por favor.

(El camarero se aleja con la copa en la mano y el caballero se acerca a su mesa).

-¿Tanto han cambiado tus gustos como para no aceptarme la copa? Siempre te gustó el vino blanco.

-¿Disculpe? Te equivocas, pelotudo. No le conozco de nada.

-Ha pasado mucho tiempo, la verdad, pero te recuerdo perfectamente mi querida Olivia. Además, imitas muy mal el acento argentino, Oli.

-¡No me llames Oli! ¿Qué haces aquí, Patricio?

-¿Te refieres aquí, en este bar, o aquí, en Argentina?

-Me refiero a estar en este impopular bar de mala muerte en Argentina, donde yo estoy.

-¿Puedo sentarme? Me duelen los pies de tanto andar.

-No sé por qué me preguntas si al final te vas a sentar aunque te diga que no. ¿Qué haces en Argentina?

-He venido a probar fortuna, aunque no tengo donde dormir. Casualmente te he visto al sentarme en el bar. (Silencio prolongado). ¿Por qué te marchaste?

-¿Quieres decir que por qué me…?

-Sí, ¿Por qué te fuiste sin avisar? Nos abandonaste.

-Estaba cansada, no quería esa vida rutinaria.

-Sin dejar ni siquiera una nota…

-Han pasado treinta y siete años, Patricio…

-Sí, es mucho tiempo. Yo tenía veintiocho años en aquella época, Javier cuatro años y Clara un añito. ¿Por qué Argentina? Nunca lo imaginé. Siempre supuse que estarías en algún lugar de Europa.

-Me marché lo más lejos posible, donde no pudieras encontrarme.

-La casualidad ha hecho que te encuentre, pues ya renuncié a buscarte hace muchísimos años.

-¡Qué cruel casualidad!

-¿Qué has hecho todos estos años? ¡Argentina, quién lo diría!

-No han ido las cosas como esperaba, pero no puedo quejarme. ¿Y tú? ¿Cómo están los niños?

-Querrás decir nuestros niños. Murieron.

-¿Cómo que murieron?

-Sí, de pena.

-No digas tonterías, ¿Cómo están?

-Te digo que murieron. A Javier lo atropelló un coche con once años y Clara…

-¿Clara qué? Dime, Patricio. ¡Santo Dios!

-Clara se cayó de un cuarto piso con siete años mientras le ponía la comida a un pajarito que le regalé por su cumpleaños.

-¡Madre de Dios! Habrás sufrido mucho.

-¡Muchísimo! Uno murió el día de fin de año y otro el día de mi cumpleaños.

-¡Qué mala suerte! Pobres hijos míos.

-Sus habitaciones siguen igual que cuando fallecieron.

-Eché de menos a mis hijos.

-¿De veras? ¿Y a mí?

-En parte, también.

-Entonces, ¿Por qué te marchaste?

-Simplemente quise marcharme, ¿No puedes entenderlo?

-¿Tenías un amante?

-No, claro que no. ¿Tú alguna vez tuviste un amante?

-No. Cuando te fuiste, tuve una especie de amante, pero no salió bien.

-¿Eran incompatibles?

--No, también murió.

-No puede ser posible, es demasiada fatalidad.

-Resbaló en la escalera de casa y se desnucó.

-Siempre te dije que esa escalera era peligrosa, pero nunca quisiste cambiarla. Con todo el dinero que tenías podías haber cambiado esa escalera un millón de veces.

-Perdí todo mi dinero, ¿Por qué crees que dije que no tenía dónde dormir? Sólo tenía para comprar el billete de avión y poco más. Vine aquí a probar fortuna y a comenzar una nueva vida.

-¿Toda tu fortuna? Supongo que fueron mal tus numerosos negocios.

-No, lo perdí apostando.

-¿Apostando? ¿En qué apostaste?

-Aposté que volverías, pero no lo hiciste, así que Gonzalo se llevó todo mi dinero.

-¿Gonzalo? ¿Tu mejor amigo?

-Sí, mi mejor amigo…menudo amigo. Se marchó a Tahití a gastarse toda mi fortuna. Mal rayo le parta.

-¿Y cómo piensas empezar con tu nueva vida? ¿Qué tienes ahí? ¿Por qué tienes esa pistola?

-Adiós, Oli. Qué el infierno te consuma en muerte como yo me he consumido en vida.

              Patricio se suicida justo después de matar a su ex-mujer de un disparo en la cara. Mientras, al otro lado de la calle, un pintor culminaba su obra manchando el cuadro con pinceladas de pintura roja.