"Cualquiera que tenga forma puede ser definido, y cualquiera que pueda ser definido puede ser vencido" Sun Tzu.

martes, 3 de septiembre de 2013

Patricio el desgraciado.



-Disculpe Señora Olivia, el caballero de aquella mesa le invita a esta copa de vino blanco.

-¿Qué caballe…? No, lléveselo, por favor.

(El camarero se aleja con la copa en la mano y el caballero se acerca a su mesa).

-¿Tanto han cambiado tus gustos como para no aceptarme la copa? Siempre te gustó el vino blanco.

-¿Disculpe? Te equivocas, pelotudo. No le conozco de nada.

-Ha pasado mucho tiempo, la verdad, pero te recuerdo perfectamente mi querida Olivia. Además, imitas muy mal el acento argentino, Oli.

-¡No me llames Oli! ¿Qué haces aquí, Patricio?

-¿Te refieres aquí, en este bar, o aquí, en Argentina?

-Me refiero a estar en este impopular bar de mala muerte en Argentina, donde yo estoy.

-¿Puedo sentarme? Me duelen los pies de tanto andar.

-No sé por qué me preguntas si al final te vas a sentar aunque te diga que no. ¿Qué haces en Argentina?

-He venido a probar fortuna, aunque no tengo donde dormir. Casualmente te he visto al sentarme en el bar. (Silencio prolongado). ¿Por qué te marchaste?

-¿Quieres decir que por qué me…?

-Sí, ¿Por qué te fuiste sin avisar? Nos abandonaste.

-Estaba cansada, no quería esa vida rutinaria.

-Sin dejar ni siquiera una nota…

-Han pasado treinta y siete años, Patricio…

-Sí, es mucho tiempo. Yo tenía veintiocho años en aquella época, Javier cuatro años y Clara un añito. ¿Por qué Argentina? Nunca lo imaginé. Siempre supuse que estarías en algún lugar de Europa.

-Me marché lo más lejos posible, donde no pudieras encontrarme.

-La casualidad ha hecho que te encuentre, pues ya renuncié a buscarte hace muchísimos años.

-¡Qué cruel casualidad!

-¿Qué has hecho todos estos años? ¡Argentina, quién lo diría!

-No han ido las cosas como esperaba, pero no puedo quejarme. ¿Y tú? ¿Cómo están los niños?

-Querrás decir nuestros niños. Murieron.

-¿Cómo que murieron?

-Sí, de pena.

-No digas tonterías, ¿Cómo están?

-Te digo que murieron. A Javier lo atropelló un coche con once años y Clara…

-¿Clara qué? Dime, Patricio. ¡Santo Dios!

-Clara se cayó de un cuarto piso con siete años mientras le ponía la comida a un pajarito que le regalé por su cumpleaños.

-¡Madre de Dios! Habrás sufrido mucho.

-¡Muchísimo! Uno murió el día de fin de año y otro el día de mi cumpleaños.

-¡Qué mala suerte! Pobres hijos míos.

-Sus habitaciones siguen igual que cuando fallecieron.

-Eché de menos a mis hijos.

-¿De veras? ¿Y a mí?

-En parte, también.

-Entonces, ¿Por qué te marchaste?

-Simplemente quise marcharme, ¿No puedes entenderlo?

-¿Tenías un amante?

-No, claro que no. ¿Tú alguna vez tuviste un amante?

-No. Cuando te fuiste, tuve una especie de amante, pero no salió bien.

-¿Eran incompatibles?

--No, también murió.

-No puede ser posible, es demasiada fatalidad.

-Resbaló en la escalera de casa y se desnucó.

-Siempre te dije que esa escalera era peligrosa, pero nunca quisiste cambiarla. Con todo el dinero que tenías podías haber cambiado esa escalera un millón de veces.

-Perdí todo mi dinero, ¿Por qué crees que dije que no tenía dónde dormir? Sólo tenía para comprar el billete de avión y poco más. Vine aquí a probar fortuna y a comenzar una nueva vida.

-¿Toda tu fortuna? Supongo que fueron mal tus numerosos negocios.

-No, lo perdí apostando.

-¿Apostando? ¿En qué apostaste?

-Aposté que volverías, pero no lo hiciste, así que Gonzalo se llevó todo mi dinero.

-¿Gonzalo? ¿Tu mejor amigo?

-Sí, mi mejor amigo…menudo amigo. Se marchó a Tahití a gastarse toda mi fortuna. Mal rayo le parta.

-¿Y cómo piensas empezar con tu nueva vida? ¿Qué tienes ahí? ¿Por qué tienes esa pistola?

-Adiós, Oli. Qué el infierno te consuma en muerte como yo me he consumido en vida.

              Patricio se suicida justo después de matar a su ex-mujer de un disparo en la cara. Mientras, al otro lado de la calle, un pintor culminaba su obra manchando el cuadro con pinceladas de pintura roja.

martes, 1 de enero de 2013

Una rosa azul.

(Popular cuento chino que descubrí en el Festival de Los Silos)
 
 
Hace muchos, muchos años, en una época lejana y antigua y en un imperio olvidado, vivía un bondadoso y justo emperador que sólo tenía una hija (muy bella e inteligente, además de educada y amable): Rinnoha. Este emperador gozaba de grandes fortunas, enormes territorios y fastuosos castillos. Sin embargo, no era feliz, pues estaba envejeciendo y su hija no quería casarse con ningún hombre. Ella soñaba con conocer mundo y vivir aventuras por todos los confines del vasto imperio. Durante años, su padre había insistido en vano en que debía casarse con alguno de los pretendientes que se le declaraban. La testaruda princesa siempre rechazaba a los apuestos príncipes que acudían a su reino para conquistar su corazón. Cuando Rinnoha cumplió la mayoría de edad, el emperador habló con ella seriamente, ya que no podía permitir que su hija fuera soltera por más tiempo. ¿Qué pensarían en la corte? ¿Qué habladurías inventarán acerca de mi pequeña princesa en las callejuelas? ¡No y no! ¡No lo puedo permitir!, se decía a sí mismo una y otra vez. Así que, por primera vez, utilizó la patria potestad sobre su hija.
-¡Vas a casarte, vaya si lo harás! Si quieres, pon una condición para aquéllos que aspiren a tu corazón. Pide lo que quieras, aunque sea algo muy difícil de conseguir. Pero, escúchame bien, si alguien lo cumple, te casarás con él.
-¿Realmente puedo pedir lo que quiera?
-Sí, hija mía. Pero no olvides que si un hombre cumple con lo que deseas, deberás casarte con él. ¿Qué es lo más anhelas, Rinnoha? ¿Acaso un enorme tesoro? ¿Una escama de un dragón rojo de Hiroghuma?
-Me casaré con el hombre que me traiga una rosa azul.
-¿Una rosa azul?
-Sí, exacto.
-¡Pero no existen las rosas azules!
-Padre, me pediste que pusiera una condición, por muy difícil que fuera. Así que, eso he hecho.
El emperador, que conocía la astucia de su hija, comprendió que había pedido eso ya que se trataba de algo imposible de conseguir y así eludiría el casamiento. Sin embargo, desesperado, mandó colgar por todo el reino miles y miles de carteles acerca de la condición impuesta por su hija. No obstante, pasaron muchos meses hasta que la información se difundió por todos los territorios.
Un apuesto príncipe, ilusionado con tal posibilidad, fue al jardín más extenso del mundo en busca de la rosa azul. Había muchas de color rojo, naranja y blanco; incluso unas de color amarillo. Pero no encontró ninguna rosa azul. El príncipe se sentó en una incómoda roca y pensó durante días, sin comer, en cómo podría encontrar una rosa con tal característica. Cuando las fuerzas empezaban a fallarle, una idea acudió a su mente. Regresó a su palacio y contrató a dos mineros para que encontraran una piedra preciosa de gran valor que había en las profundidades de una cueva extramuros de la ciudad. Era de color azul. Cuando por fin la tuvo en sus manos, contrató al mejor joyero de su reino y le ordenó fabricar una rosa de color azul utilizando la valiosa piedra. El resultado fue asombroso, pues el joyero había utilizado esmeraldas para realizar el verde tallo. Además, había tallado la piedra preciosa azul con tal precisión que se trataba de una obra de arte sin comparación. Orgulloso, acudió ante el emperador y le mostró su trabajo.
¡Magnífico! – exclamó éste cuando vio la joya-. Se la llevaré a mi hija para que quede constancia de que habéis cumplido la condición impuesta.
Saltando de alegría, acudió hasta los aposentos de Rinnoha, que estaba asomada a su balcón cantando unas preciosas canciones. Con una sonrisa en el rostro, le entregó la joya a la princesa.
-¡Aquí tienes tu rosa azul! –dijo eufórico el anciano emperador.
-¡Padre, esta rosa no tiene olor! – dijo mientras se la acercaba a la nariz-. Lo cierto es que se trata de una obra muy bella, ¡Pero no es una rosa de verdad! No voy a casarme con él.
Desilusionado, acudió ante el príncipe y le comentó las impresiones de su testaruda hija. Éste, al sentirse rechazado, maldijo a los demonios y abandonó el castillo galopando en su negro corcel. Semanas después, la historia llegó a oídos de un truhán Conde, así que decidió usar sus malas artes para lograr sus propósitos. Eso era lo que hacía siempre, y esta vez no sería diferente (al menos eso pensaba él). Compró la pintura azul más cara y más perfecta del mundo y la aplicó sobre los pétalos de una rosa blanca. En cuanto el engaño estaba preparado, abandonó su mansión rumbo al castillo del emperador, que recibió al visitante con suma alegría.
-¡Una rosa azul! ¡A mi hija le va a encantar!
Y así, avanzó emocionado hasta el cuarto de Rinnoha, que volvía a estar cantando en su balcón. Sin poder ocultar su nerviosismo, le entregó la flor. Su hija, extrañada, la sostuvo entre sus delicadas manos. Durante unos segundos, sintió una agonía en el pecho, pues tendría que casarse con ese Conde. “¡Esto es imposible, las rosas azules no existen!”, pensaba  una y otra vez. Pero, de repente, notó algo extraño. Tenía la yema de los dedos manchadas de tinta azul.
-¡Padre, no es una rosa azul, es una rosa blanca! Ese Conde te ha engañado como a un niño pequeño. No voy a casarme con él.
El padre se desilusionó de nuevo y, por un instante, deseo que su hija también hubiera caído en el engaño. Caminó decaído hasta la puerta del castillo y echó al mentiroso Conde. Durante las semanas siguientes, ningún pretendiente apareció para conquistar a su hija, así que pronto entendió que nadie era capaz de encontrar una rosa azul. El emperador empezaba a hacerse a la idea de que su hija no se casaría y quedaría soltera para siempre. Por eso, se encerró en su enorme cuarto durante días y días, comiendo y bebiendo lo justo para poder mantenerse con vida. Mientras tanto, Rinnoha cantaba y cantaba en su balcón.
Un buen día, al amanecer, la princesa escuchó una hermosa voz masculina recitando un legendario poema. Sin dudar un instante, se levantó de su cama de sábanas de seda y acudió rauda al balcón. Allí estaba él, un apuesto joven recogiendo frutas de unos árboles. Al principio, le escuchó cantar varias canciones sin interrumpirle, pues quería disfrutar de su conmovedora voz. Sin embargo, guiada por una extraña sensación, acompañó al joven entonando una canción. Así fue como se conocieron. Durante un mes, el joven acudía bajo el balcón a cantar con la princesa. Hablaron de sus sueños y sus prioridades en la vida. A pesar de que el muchacho era un juglar, y ella un miembro de la realeza, tenían muchas cosas en común. Poco a poco, miles de sentimientos se fueron agolpando en sus corazones. Se habían enamorado. Así que, cierta noche en que ambos charlaban bajo la luz de la luna, el joven le comentó que acudiría al palacio a pedir su mano ante el emperador.
-¡No puedes hacer algo así! Hay un pequeño problema, pues tengo un trato con mi padre. El hombre que desee casarse conmigo deberá traerme una rosa azul. ¡Maldita condición! Debes encontrar una flor así, sea como sea. ¿Me oyes? ¡Por favor!  ¡Te quiero!
El juglar pensó durante varios minutos en silencio hasta que por fin logró reaccionar. Estaba a punto de amanecer, así que dio un beso volado a su amada y corrió hacia el bosque.
-¿Dónde vas? – preguntó la princesa con tristeza, pues pensaba que el hombre del que se había enamorado huía ante la dificultad de la prueba.
-¡No temas, mi Rinnoha! Antes de que llegue el mediodía, me encontraré con el emperador – contestó antes de adentrarse en la espesura del bosque.
Pasaron las horas y la impaciencia de la princesa crecía vertiginosamente. El apuesto juglar, mientras tanto, regresaba al castillo con una bella rosa de color rojo. Tocó en la enorme puerta de madera y, poco después, el emperador abrió con desgana. Nada más ver el color de la flor, su rostro se congestionó y mostró una mueca de disgusto. Antes de que le cerrara la puerta en las narices, el joven levantó la rosa y habló con confianza.
-Me encuentro aquí para conquistar el corazón de su hija con esta rosa azul. Un placer conocerle, mi emperador.
-¿Una rosa azul? ¡Esto es de color rojo! No me hagas perder el tiempo – dijo mientras se preparaba para cerrar el pesado portón.
-¡Le digo que es de color azul! ¿Acaso no lo ve? ¿Está ciego?
-¡Es una rosa roja! Pero está bien, se la entregaré a Rinnoha. Más vale que te marches de aquí, no te aceptará con una rosa de color rojo.
-¡Es azul! – respondió mientras el emperador daba un portazo con violencia.
Caminando con gestos de impaciencia y frustración, se acercó a los aposentos de su hija, que se encontraba donde siempre, en su balcón. Estaba tan emocionada cantando una canción que no escuchó la llegada de su padre.
-Hija mía, ha llegado un hombre, a mi parecer algo loco, que asegura que esta rosa es de color azul – dijo alzando la roja flor-. Ha insistido tanto que no he tenido más remedio que venir a enseñártela, pero es una maldita rosa roja.
Rinnoha dejó la canción a medias y se encaminó hacia su padre con una preciosa sonrisa en el rostro. Sus ojos estaban abiertos como platos y la ilusión se reflejaba en sus pupilas.
-¡Oh, padre! ¡¡¡Esta es la rosa azul más bonita del mundo!!!
 
 
 
 


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Culpable por Decreto.


La fría mirada del viejo juez examina mi presencia mientras sus arrugas muestran su sabia vejez…su mirada con desdenes de simplez. En sus manos porta la maza de mi destino, de mi felicidad futura o pérdida de tino. Petrificado percibo que el juez es un ser alado…es el demonio…es un ángel…o es mi imaginación…sólo busco un perdón, ¿perdón de qué?

Señoría, si mi alma ya no es mía y mi vida está vacía; si la soledad destroza mi valentía…de qué se me acusa, si mi musa ya no es musa sino arpía…de qué se me acusa, de esconder mi corazón bajo la blusa…

Señoría, si la senda a caminar es fría, si no hay tren que viaje en esta vía, perdido y sin salida…de qué se me acusa, ¿acaso de tener ideas ilusas, ilusiones difusas?.

Señor juez, si vivo siempre bajo su merced, si camino solo y sin fe, feroz esperpento es sentirse sin aliento, si mi sonrisa se torna lamento…muy veloz como la brisa del viento, si siento un puñal muy adentro, si usted se encuentra en ese asiento y no dentro de mis sentimientos, por qué me acusa, ¿cuál es la excusa?

Estimado acusado, todo está muy claro: como juez debo finalizar la sesión. Tras su explicación, no tengo más remedio que denegarle el perdón. Ha cometido un asesinato, es una persona afable pero me temo que es usted culpable.

Señor judex, juez en latín, me condena a un tormento sin fin. Con cierto retintín pero con respeto, me atrevo y le espeto. Se me acusa de asesino por ser víctima de mi destino, por pender de un hilo muy fino…no soy un cruel asesino, ni tampoco he perdido el tino. Señor judex, se comporta como Judas y traiciona mi inocencia…

Estimado acusado, su bondad es digna de elocuencia, pero me baso en la experiencia. Es usted un asesino, no puedo darle el perdón pues ha matado usted a su corazón.

Señoría, se equivoca, palabras necias proceden de su boca…son serpientes de lava candente…mire al frente, ¿de verdad es éste el rostro de un demente? Yo no he matado a mi corazón, mi corazón es el que está matándome a mí.

 


 

martes, 13 de noviembre de 2012

Cartas a Samira en Tiempos de Guerra.


Madrid, 9 de julio de 1941.
Querida Samira:
Sólo han pasado cinco días desde que abandoné las tierras andaluzas rumbo a Madrid. Sin embargo, siento que ha pasado una eternidad. Ya he conocido a algunos de los compañeros voluntarios, casi todos con su camisa azul. Parecen buena gente. Lo peor es la interminable espera, ya que la primera expedición parte el 13 de julio. Estos días aprovechamos para ir a rezar a la Iglesia y para concienciarnos de la dura batalla que nos espera. Carlos, un joven que conocí ayer, asegura que no hay soldado más valiente y feroz que el que acude a la guerra por voluntad propia. Sé que nunca me perdonarás que me haya ofrecido voluntario, pero me sentía en el deber moral de luchar por mi país. Por nuestro hijo Jorge. Nuestro grupo no es partidario del nazismo ni de Hitler. Simplemente somos anticomunistas y deseamos acabar con esas ideas que pueden azotar a nuestro país en un futuro lejano. No tengo tiempo para contarte más cosas. El deber me llama. Un abrazo. Te quiero. Miguel.

 
Grafenwöhr, 20 de julio de 1941.
Querida Samira:
Por fin hemos llegado a Grafenwöhr (Alemania) después de una larga temporada en tren. Los oficiales alemanes insistieron en entregarnos el uniforme de la Wehrmacht, pero los falangistas se negaron a abandonar la camisa azul. Ahora nos conocen por aquí como la “División Azul”. Aquí todo es muy diferente a España. La mentalidad alemana es muy cuadriculada. Probablemente, cuando recibas esta carta ya habremos hecho la intensa instrucción a la que nos van a someter. Hacen mucho hincapié en el traicionero invierno ruso. Dicen que el frío es la mejor defensa que tiene el ejército enemigo. Dentro de un mes aproximadamente partiremos hacia Polonia y, desde ahí, nos acercaremos a las líneas rusas. Sigo rezando todos los días para que Él nos de fuerzas cuando llegue el momento en que nos fallen las piernas. Para que nos de precisión cuando, exhaustos, nos cueste mantener el arma erguida a la hora de disparar. Intentaré escribirte en Suwalki, en Polonia. Dale un abrazo a nuestro hijo. Te quiero. Miguel.

 
Suwalki, 2 de septiembre de 1941.
Querida Samira:
Cada vez se acerca más el día en que nos incorporaremos a esta guerra. Los soldados están ansiosos por empezar con las acciones bélicas. Yo les comprendo. No hay nada peor que esta larga espera, ya que no dejas de plantearte si has hecho bien abandonando tu país, tu familia… Aunque es cierto que todas las guerras dejan cicatrices puedo asegurarte de corazón que para todo soldado voluntario son tiempos felices. Pienso mucho en ti y en nuestro hijo. Mañana emprendemos la marcha al frente. Son aproximadamente unos mil kilómetros a pie. El buen calzado es fundamental. Deséame suerte, más de la que le pido cada noche a Dios. No podré escribir tanto a partir de ahora. Realmente, no sé si volveré a escribir. ¿Podré? Sólo el destino lo sabe. Te quiero. Miguel.

 
Campamento en las cercanías de Leningrado, 1 de agosto de 1942.
          Querida Samira:
Dios y una pequeña tregua en el frente de batalla me han dado la posibilidad de escribirte estas palabras. ¡Estoy vivo! Cuando entré por primera vez en combate en el frente del río Wolchow (hace nueve o diez meses) pensé que jamás podría volver a escribirte. Cuando entramos en el corazón de la batalla todos sentimos la presencia de la muerte, que nos acecha a cada paso que damos igual que un buitre lo haría sobre una presa moribunda. Esta guerra no es como la Guerra Civil que sufrimos en España; es una guerra distinta. Mucho más dura y cruenta. Cada metro ganado es una pequeña victoria. Cada trinchera enemiga conquistada es una gloriosa gesta. Estamos muy cerca de Leningrado y tarde o temprano lanzaremos el asalto definitivo. Otro enemigo que nos complica las misiones son los piojos. Hubo una plaga entre los soldados que nos ha complicado el poco descanso del que gozamos. Estos bichos de mala muerte perturban nuestro sueño y nuestro avance. ¿Cómo está Jorge? Seguro que está enorme. Tengo ganas de verle. A ti también. Ahora debo despedirme. ¿Hasta cuándo? Espero que sea pronto. Miguel.

 
Krassnyj Bor, 12 de febrero de 1943.
Querida Samira:
Me mantengo firme. He sobrevivido, milagrosamente, a una brutal ofensiva del ejército ruso. Un gran número de infantería y artillería, acompañados de tanques, atacaron nuestro sector de Krassnyj Bor. La División Azul ha tenido muchas bajas. El recuento se ha cifrado en 2252 soldados, casi el 55% de los españoles que defendían esta zona. Pensé que iba a morir, pero parece que la suerte está de mi lado. Sin embargo, dos de mis mejores amigos han desaparecido en la batalla. Probablemente sus cuerpos mutilados yacen en las cenizas. Por eso trato de no entablar ninguna amistad. ¿Para qué? Hoy es tu amigo; mañana está muerto. Otro problema es el fuerte invierno. Una vez, el termómetro marcó 52 grados bajo cero. Muchos murieron congelados. No puedes entenderlo hasta que no lo vives. No sientes los dedos de los pies, ni los de las manos. Pasamos sed porque el agua se congela. Gran parte de nuestro armamento queda inutilizable a causa de este frío infernal. Lo peor, es que cuando el invierno acabe, llegará la primavera y el deshielo, formando la conocida “rasputika”. La rasputiska es el barro que se crea por el deshielo, que imposibilitará nuestro avance. Sigo rezando para volver a casa. Escribiré en cuanto tenga otra oportunidad. ¿La tendré realmente? Te quiero. Miguel.

 
Barcelona, 3 de abril de 1954.
Querida Samira:
No sé cómo empezar. No sé si sigues viviendo en la misma casa. No sé si llegarás a leer esta carta. Mañana mismo viajaré en tren hasta Sevilla con la esperanza de encontrarte en el mismo lugar donde te dejé a ti y a nuestro hijo Jorge. ¡Jorge! ¡Qué grande estará ya! Hace dos días, el 2 de abril, llegué a Barcelona en un barco llamado “Semiramis” con otros muchos supervivientes. No he podido comunicarme contigo antes. Fui hecho prisionero y trasladado a un Gulag ruso. Durante once años he recibido palizas y humillaciones. He pasado hambre y sed. Aunque sigo vivo, estoy demacrado. Pero, ¿Qué vida es ésta que yo he elegido? ¿Podrás perdonarme? Espero encontrarte. Te quiero. Miguel.

 

viernes, 12 de octubre de 2012

Ojos Astrales.

Este poema de José P. H. Hernández es, sin duda, precioso. Muy bello y llamativo... Para ti, por tus bellos ojos, capaces de remover lo más profundo de mi ser...

OJOS ASTRALES.
 
Si Dios, un día
cegara toda fuente de luz,
el universo se alumbraría
con esos ojos que tienes tú.
Pero si –lleno de agrios enojos
por tal blasfemia- tus lindos ojos
Dios te arrancase,
para que el mundo con la alborada
de tus pupilas no se alumbrase,
aunque quisiera, Dios no podría
tender la noche sobre la nada,
¡porque aún el mundo se alumbraría
con el recuerdo de tu mirada!
 
                                                                            JOSÉ P. H. HERNÁNDEZ.
 


lunes, 8 de octubre de 2012

El Caso de Ronald Keith Williamson.

A finales de 1982, una camarera, Debbie Sue Carter, de 21 años, fue encontrada violada y asesinada en su apartamento en Ada. El caso permaneció abierto hasta 1987, cuando una mujer que había sido arrestada por pasar cheques sin fondos le dijo a la policía que ella había oído a otro preso discutiendo sobre el asesinato. El hombre, dijo, fue Ronald Keith Williamson. Inmediatamente, sin saber que esa mujer odiaba a R.K.Williamson por una serie de discusiones en el pasado, el señor Williamson fue acusado del asesinato. Las evidencias que esgrimieron las autoridades se componían de 17 pelos que hacían juego con los del señor Williamson, además de la confesión proporcionada por la mujer que dijo que le había oído confesando el asesinato a otro preso de la cárcel. Ronald Keith Williamson, que no había recibido sus medicamentos psiquiátricos deliberadamente por parte de los carceleros para que su actitud fuera violenta y contradictoria en los Tribunales, fue declarado culpable y condenado a la pena de muerte.
No contentos con eso, los carceleros se burlaban de él a través de un intercomunicador que había en su celda durante los siguientes doce años. Imitaban una voz de mujer y decían frases como: “Ronald, soy Debbie, ¿Por qué me mataste?”. Este hecho contribuía en la locura que iba apoderándose de la mente del sujeto. Cuando todas las apelaciones estatales se habían agotado, se le dijo que sería ejecutado en septiembre, por lo que R.K.Williamson acordó rellenar un formulario para que su cuerpo fuera devuelto a su hermana y así poder recibir, al menos, un entierro digno.
Sin embargo, un equipo de abogados de apelación buscó un recurso de habeas corpus del juez Frank H. con el argumento de que el señor  Williamson no había sido apto para ser juzgado y que su abogado no había impugnado efectivamente las evidencias de los 17 pelos encontrados y que el Estado no se había preocupado en interrogar otras personas que presentaban un claro potencial de ser, al menos, considerados sospechosos (como era el caso de un hombre llamado Glen Gore). El juez Frank H. concedió una suspensión cinco días antes de la fecha en que debía ser ajusticiado.
Los abogados del Proyecto Inocencia organizaron pruebas de ADN para Williamson. Lograron demostrar no sólo que el ADN del condenado no coincidía con el semen hallado en el cuerpo de la camarera (semen que nunca llegó a ser analizado), sino que los 17 pelos tampoco pertenecían al condenado (cuando ésta fue la argumentación más poderosa que utilizó el fiscal del distrito). Finalmente, se demostró que se habían utilizado pruebas falsificadas contra R.K.Williamson y que el ADN encontrado en Debbie pertenecía a Glen D. Gore, un hombre que incluso había testificado en contra de R.K.Williamson. Posteriormente, fue juzgado y declarado culpable del asesinato y condenado a, como no, pena de muerte.
                                                                                         *New York Times*
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La pena de muerte o pena capital es la vulneración y el ataque más extremo y denigrante de los derechos humanos. Además, se trata de un asesinato que ha sido estudiado y organizado por el Estado amparándose en ser el adalid de la justicia. La pena capital atenta directamente contra el derecho a la vida (derecho que, por cierto, se proclama en la Declaración Universal de los Derechos Humanos); además de tratarse de una medida obsoleta y desfasada, a la par que cruel, denigrante e inhumana. Primero fue la lapidación, posteriormente la hoguera, luego la horca y  la decapitación; más tarde el fusilamiento o la cámara de gas, la electrocución y, por último, la inyección letal. Una inyección letal que es defendida por diversos juristas, basando su argumentación en que el condenado no sufre en ningún momento. En definitiva, es la forma lo que ha cambiado, pero no el fondo; ya que el ser humano muere a manos del Estado.
Además, parece que el legislador no tiene en cuenta el sufrimiento y la “tortura” psíquica que puede suponerle a una persona el hecho de conocer de antemano la fecha de su muerte. Realmente, no sólo al condenado, sino también a una familia que ama a esa persona. La pena de muerte es un cáncer en la sociedad actual que debe extirparse lo antes posible, ya que, en muchas ocasiones, es utilizada de forma arbitraria y discriminatoria. De hecho, la pena capital es usada en varios países como método más efectivo para silenciar e intimidar a la oposición política. Sin embargo, en otros países más civilizados, el riesgo no es la arbitrariedad, sino la existencia de los errores en los procesos judiciales, la conducta inapropiada del Ministerio Fiscal e incluso la inadecuación de la asistencia letrada. Tal y como expresa la página web de Amnistía Internacional, “mientras la justicia humana siga siendo imperfecta, el riesgo de ejecutar a una persona inocente no desaparecerá nunca”.
Para todos aquellos a los que les interese este triste problema que ocurre en diversos países, recomiendo la visita de los siguienes links:
Si te ha interesado el concreto caso de Ronald Keith Williamson, recomiendo la lectura (a pesar de la gran cantidad de tecnicismos que tiene), del libro "El Proyecto Williamson", de John Grisham.


miércoles, 3 de octubre de 2012

Baúl de los Recuerdos.


Parece que fue ayer cuando escribí mi primer texto (hace ya nueve ¿largos? años). Lo he encontrado en una carpeta que creía perdida y lo cierto es que resulta extraño poder leerse a sí mismo y comparar la evolución que han seguido tus letras a lo largo de los años. Sin más demora, lo comparto con ustedes.
 
AZOTEA.
 
Cada rayo que golpea es un hilo lumínico de esperanza,
pero quema, arde, abrasa...
El cielo descubierto de nubes muestra el ojo de Dios,
brillando, dando vida, esperanza...Sí, de nuevo esperanza.
 
 Calor que reconforta, dulce sol, poderosa luz.
Evasión pura...desconectas del mundo,
aparcas las preocupaciones.
El sol ha ganado; posee, roza y saborea tu cuerpo.
 
 Nube que curiosea interponiéndose entre ambos.
Hace frío...viento suave desparrama el cabello,
mucho frío, hielo, escarcha en la piel. Desaparece el sol.
 
 Abres los ojos, bello paisaje, vista nublada.
La retina se acostumbra apreciando la penumbra.
Azul, azul, azul, observas el mar. Quizás el mar te observa a ti.
Piensas, sientes, padeces, sueñas...el mar es melancolía.
Suave brisa acaricia la piel, salitre en los párpados.
Cierras los ojos, nadas en pensamientos,
...no sabes nadar, te ahogas...vuelves a despertar.

 
 Ves la luna...cielo estrellado, bella doncella.
Luna, sol de las tinieblas...
Alivias la oscuridad, iluminas la noche.
Aliada del sol, ¿Te sientes menospreciada?
Pues todos duermen cuando irrumpes en el cielo,
te dan la espalda...Yo seré tu amante.
¡Espera! No te vayas...
Ya es tarde...amanece...
Sol Naciente.