A
finales de 1982, una camarera, Debbie Sue Carter, de 21 años, fue encontrada violada y asesinada en su apartamento en Ada.
El caso permaneció abierto hasta 1987, cuando una mujer que había sido
arrestada por pasar cheques sin
fondos le dijo a la policía que
ella había oído a otro preso
discutiendo sobre el asesinato. El hombre, dijo, fue Ronald Keith Williamson. Inmediatamente, sin saber que esa mujer odiaba a
R.K.Williamson por una serie de discusiones en el pasado, el señor
Williamson fue acusado del asesinato. Las evidencias que esgrimieron las autoridades se componían de 17 pelos que hacían juego con los del señor Williamson, además de la confesión proporcionada por
la mujer que dijo que le había oído confesando el asesinato a otro
preso de la cárcel. Ronald Keith Williamson, que no había recibido sus
medicamentos psiquiátricos deliberadamente por parte de los carceleros para que
su actitud fuera violenta y contradictoria en los Tribunales, fue declarado
culpable y condenado a la pena de muerte.
No contentos con
eso, los carceleros se burlaban de él a través de un intercomunicador que había
en su celda durante los siguientes doce años. Imitaban una voz de mujer y
decían frases como: “Ronald, soy Debbie,
¿Por qué me mataste?”. Este hecho contribuía en la locura que iba
apoderándose de la mente del sujeto. Cuando todas las apelaciones estatales se
habían agotado, se le dijo que sería ejecutado en septiembre, por lo que
R.K.Williamson acordó rellenar un formulario para que su cuerpo fuera devuelto
a su hermana y así poder recibir, al menos, un entierro digno.
Sin embargo, un equipo de abogados de apelación buscó un recurso de habeas corpus
del juez Frank H. con el
argumento de que el señor Williamson no había sido apto para ser juzgado y que su abogado no había impugnado efectivamente las evidencias de los 17 pelos encontrados y que el Estado no se había preocupado en
interrogar otras personas que presentaban un claro potencial de ser, al menos,
considerados sospechosos (como era el caso de un hombre llamado Glen Gore).
El juez Frank H. concedió
una suspensión cinco días antes de
la fecha en que debía ser ajusticiado.
Los
abogados del Proyecto Inocencia organizaron pruebas de ADN para Williamson.
Lograron demostrar no sólo que el ADN del condenado no coincidía con el semen
hallado en el cuerpo de la camarera (semen que nunca llegó a ser analizado),
sino que los 17 pelos tampoco pertenecían al condenado (cuando ésta fue la
argumentación más poderosa que utilizó el fiscal del distrito). Finalmente, se
demostró que se habían utilizado pruebas falsificadas contra R.K.Williamson y
que el ADN encontrado en Debbie pertenecía a Glen D. Gore, un hombre que
incluso había testificado en contra de R.K.Williamson. Posteriormente, fue
juzgado y declarado culpable del asesinato y condenado a, como no, pena de
muerte.
*New York Times*
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La pena de
muerte o pena capital es la vulneración y el ataque más extremo y denigrante de
los derechos humanos. Además, se trata de un asesinato que ha sido estudiado y
organizado por el Estado amparándose en ser el adalid de la justicia. La pena
capital atenta directamente contra el derecho a la vida (derecho que, por
cierto, se proclama en la Declaración Universal de los Derechos Humanos);
además de tratarse de una medida obsoleta y desfasada, a la par que cruel,
denigrante e inhumana. Primero fue la lapidación, posteriormente la hoguera,
luego la horca y la decapitación; más
tarde el fusilamiento o la cámara de gas, la electrocución y, por último, la
inyección letal. Una inyección letal que es defendida por diversos juristas,
basando su argumentación en que el condenado no sufre en ningún momento. En
definitiva, es la forma lo que ha cambiado, pero no el fondo; ya que el ser
humano muere a manos del Estado.
Además,
parece que el legislador no tiene en cuenta el sufrimiento y la “tortura”
psíquica que puede suponerle a una persona el hecho de conocer de antemano la
fecha de su muerte. Realmente, no sólo al condenado, sino también a una familia
que ama a esa persona. La pena de muerte es un cáncer en la sociedad actual que
debe extirparse lo antes posible, ya que, en muchas ocasiones, es utilizada de
forma arbitraria y discriminatoria. De hecho, la pena capital es usada en
varios países como método más efectivo para silenciar e intimidar a la
oposición política. Sin embargo, en otros países más civilizados, el riesgo no
es la arbitrariedad, sino la existencia de los errores en los procesos
judiciales, la conducta inapropiada del Ministerio Fiscal e incluso la
inadecuación de la asistencia letrada. Tal y como expresa la página web de
Amnistía Internacional, “mientras la
justicia humana siga siendo imperfecta, el riesgo de ejecutar a una persona inocente
no desaparecerá nunca”.
Para todos aquellos a los que les interese este triste problema que ocurre en diversos países, recomiendo la visita de los siguienes links:
Si te ha interesado el concreto caso de Ronald Keith Williamson, recomiendo la lectura (a pesar de la gran cantidad de tecnicismos que tiene), del libro "El Proyecto Williamson", de John Grisham.
Interesante entrada! y a este por lo menos le salvaron el culo.. vete tú a saber a cuantos inocentes habrán matado y cuantos están ahora mismo encarcelados!
ResponderEliminarPor otro lado, lo de la pena de muerte es un tema complicado, la justicia es un tema donde no me gusta entrar, porque muchas veces es la más injusta de todas. Entiendo que haya gente que esté a favor de ella, y gente que esté en contra, así que sólo diré que está muy bien eso de tener derechos, pero para poder gozar de ellos primero se debería cumplir con las obligaciones y respetar los derechos de los demás.
Muchas gracias Kike! Es cierto lo que dices..."vete tú a saber". Es una pena que en el año 2012 sigan ocurriendo este tipo e cosas. Me gusta tu reflexión sobre lo injusta que es la justicia. En muchas ocasiones es así, pues la justicia es un estandarte en manos de humanos. Fallos siempre ha habido, hay y habrá. En cuanto a los derechos y obligaciones, tengo que decir que este país está acostumbrado a pelear por los derechos incluso con la vida, pero a la hora de las obligaciones, se mira para otro lado. Un saludo!
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